En el año 2019, una gran amiga me contó que había tomado un curso de Atma Kriya Yoga y que allí se había enterado que Paramahamsa Sri Swami Vishwananda venía a Argentina, que iba a dar una charla y un Darshan. En ese momento lo descarté porque he andado por varios caminos en mi búsqueda de Dios, también he conocido a varios maestros. Días más tarde, nos volvimos a encontrar y ella nuevamente tocó el tema pero de manera más insistente. Sabía que en caso de ir, no me acompañaría ya que se iba de viaje.

Después de pensarlo, decidí anotarme para los dos días. Como soy bastante desconfiada, presté mucha atención, Él hablaba del amor, me gustó, fue muy participativo con el público, se generaron comentarios interesantes, chispeantes y algunos graciosos.

El día del Darshan fue diferente, había mucha gente. Toda la ceremonia estuvo acompañada de cantos y danzas celebrando a Dios, era llamativa la alegría reinante.

Cuando  me llegó el turno, solo le agradecí mentalmente; en ese momento no sentí nada, me retiré  a meditar y allí claramente  supe que los ojos con los que me encontré al mirarlo, eran los ojos de Jesús. Quedé impresionada porque desde hace algunos años, le he pedido a Dios poder conocer a Jesús antes de partir de este mundo.

Entonces decidí comprar un libro de Él, para empezar a conocerlo, mi desconfianza es insistente. Luego, siguió otro libro y otro más, a esto le siguió un curso de Atma Kriya Yoga, y luego Babaji Surya Namaskar, y comenzaron algunas reuniones de Puja a las que asistí, como también al OM Chanting. Pero la gran revolución sucedió cuando llegó Swamini Prabhaavati Mata, una maravillosa revolución.

Un día, mientras practicaba los ejercicios de AKY, abrí los ojos y vi que de pie, a mi izquierda, vestido con un panjabi verde estaba Paramahamsa Vishwananda. Su figura era etérea pero muy clara. Él se integra a mi persona, a mi cuerpo. Fue un momento de mucha paz, que disfrute serena y plenamente. Un regalo tan bello y tan ¡profundo!. Ahora, cada sadhana, se la ofrezco y Él me ayuda a concentrarme más, es una plena comunión de amor y paz. Me dio la certeza de que nada que haga está por fuera de Él, juego, risa, canto o acto amoroso, Él la recibe en mi corazón. Cierto día, practicando  AKY, siento un fuerte olor a cúrcuma en mi pulgar, fue su manera sin igual de decir: “Aquí Estoy acompañándote”.

Mi hermano solía preguntarme, ¿Que buscás? Ahora, después de recorrer varios caminos, siento que finalmente he llegado a casa, he encontrado a mi amado Guruji. ¡Jai Gurudev!