Jai Gurudev, mi nombre es Parashakti Dasi. Una vez que conoces a Paramahamsa Vishwananda y lo haces parte de tu vida, esta empieza a cambiar constantemente y da giros inesperados a cada rato.
En diciembre de 2018 tuve la oportunidad de ir al ashram, Shree Peetha Nilaya (SPN) por segunda vez a hacer seva. Al estar ahí y tener a Guruji tan cerquita y disponible es muy raro lo que uno siente. Me parece muy extraño el comportamiento de la gente, que se le abalanza para preguntarle cosas, y tiene la necesidad imperiosa de estar bien pegados a Él, su cuerpo físico, como si no pudiera ser de otra manera. Yo que venía de más de 13.000 km de distancia lo veía pasar desde lejos. Obvio que me hubiese gustado estar cerquita de él o que me hablara, pero también podía disfrutarlo desde la distancia, total sabía y estaba muy segura de ello: que Él siempre está conmigo, no importa donde sea. Pero después de una semana ahí, viendo la oportunidad de tenerlo tan cerca y disponible, viendo que la gente aprovechaba a preguntarle todo, literal. Mi mente empezó a jugarme una mala pasada, y de repente empecé a dudar si era cierto que el estaba conmigo todo el tiempo. Es decir, ¿seguiría conmigo cuando volviera a Argentina? Son muchos kilómetros de distancia.
Con lo cual me animé, y le hice la pregunta, un poco asustada por cual podría ser su respuesta. Así que aproveché en el darshan (significa “visión de lo Divino”, es una bendición que nos da al mirarnos fijamente a los ojos) a preguntarle: “Guruji, cómo hago para saber que estás conmigo en Argentina, aunque sean miles de kilómetros de distancia?”. Él me miró directamente a los ojos y dijo: “Decime un lugar en donde NO esté”. Sonreí, y respondí: “No lo sé”.
“Estoy en todos lados”, me dijo. “Incluso en el infierno. Argentina no es el infierno”, y sonrió. Con una palmadita en mi mejilla me dejó ir. Con mi corazón derretido por supuesto. Con eso confirmé lo que ya sabía, Él está conmigo SIEMPRE, porque realmente está en mi corazón.
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