A veces cuando escuchaba de maestros / guías espirituales, siempre pensé que se referían a personas serenas, que de forma calma, apacible y meditativa te dan consejos zen, te ensenaban a apreciar cada momento, siempre imaginé que en apariencia son seres que desde un lugar “centrado” enseñan al “descentrado” a centrarse. Bueno, nada que ver.
Mi primera experiencia cercana con Guruji sucedió más de 1 año atrás, después de haber estado escuchando historias de todos los devotos de los milagros que realizaba (materializaciones, salvar personas de la muerte, aparecerse en dos lugares al mismo tiempo, cambiar su forma y transformarse en un ser mitológico mitad león mitad humano (Narashingadev), leer la mente, revolver la sopa hirviendo con la mano hasta el codo por un minuto, conocimiento de cosas que nunca se publicaron, etc.). Mi deseo por saber más de este extraño ser aumentaba, aun no lo había conocido en persona, estaba esperando en el ashram en Springen en Alemania a que volviera de Portugal. Resulta que volvió, pero solo por una noche, se volvió a ir y no tuve tiempo de conocerlo, así que tuve que esperar una semana más en el ashram.
El deseo aumentaba, también las expectativas. Mientras estaba haciendo seva (servicio voluntario) en el área de mantenimiento, estaba cortando el pasto del ashram, arreglando máquinas, etc. Mi mente iba del punto “todo esto es mentira” al punto “todo esto es verdad”. Nunca pude ponerla en punto medio y simplemente relajarme, ¡no!, o era todo blanco o todo negro, quinta o reversa, o “estoy regalando mi tiempo, trabajo gratis para este chanta (mentiroso)” o “estoy súper agradecido de que un ser iluminado con control absoluto sobre lo que llamamos realidad, que no me necesita en lo más mínimo me dé un espacio para poder servirlo y limpiar mi mierda y aprender algo de Él”.
Mientras (en ese momento no tenía idea que era) me atosigaban miedos, miedo a que se muera mi mamá, a morirme yo, a estar solo, todo muy raro, miedos que me generaban un nudo de estómago, angustia por relaciones pasadas, tristeza. Me levantaba y sentía ese vacío, frío en todo el cuerpo que me hacía sentir horrible y no hay culpable, no hay remedio, es simplemente respirar y tratar de afrontarlo hasta darse cuenta de que es solo humo, porque, al fin y al cabo, nada cambia, la sensación cambia, puede ser: “me quiero morir” o “qué bien que estoy, que groso (grandioso) que soy”, pero en la realidad, nada cambia, es todo interno. (Esto sin embargo es un conocimiento adquirido después, porque en ese momento me sentía muy mal y no entendía nada).
Paso la semana y finalmente llega el día en que Guruji llega al Ashram, todos me decían: “¡Lo vas a conocer! ¡Lo vas a conocer!”, así que no podía dejar las expectativas de lado, era raro, al mismo tiempo anhelaba ese momento pero al mismo tiempo tenía un poco de miedo y bronca , no podía ver sus fotos, me resultaban horribles, así que ahí estaba, transitando un día rarísimo, Guruji en la casa y todavía sin haberlo visto. Pasó todo el día, la energía en el lugar era muy distinta, se hicieron las 7 de la tarde y todos gritan ¡Satsang! (discurso espiritual en base a preguntas de los devotos) y todos corren al light hall donde el Satsang iba a ser.
Yo caminaba con un conjunto de sensaciones de todo tipo y mientras pasaba por el lobby camino al light hall me dicen “¡mira! Guruji está afuera” y creo que fue el momento más desilusionador de mi existencia. Un tipo un poco obeso, con una túnica tipo pijama (no sabía, es un atuendo típico hindú de kurta y dhoti) color rojo intenso, bajando de un carro de golf azul brillante e ignorando a medio mundo, mirando el celular respondiendo algún mensaje de texto. ¡BALDE DE AGUA FRÍA!, su forma de andar me resultaba pedante, bizarra, había un quiebre muy obvio entre lo que esperaba encontrarme y lo que era realmente. La decepción invadió mi cuerpo, desgano, desmotivación, bronca. Normalmente no siento eso cuando conozco a una persona que no satisface mis expectativas, pero en este caso no podía contener el odio, finalmente vamos todos al light hall para el Satsang, cuando él entra, y todos se agachan en reverencia, algo andaba mal. Como puede ser que esta multitud no se dé cuenta que este tipo los está engañando a todos, ¡es un chanta! pensaba por dentro, pero no me percataba en ese momento que no había razón para estar tan enojado, no entendía porque no podía parar de criticarlo, todo lo que hacía me molestaba.
Empezó el Satsang y la persona que había sido mi “tutor amigo” desde que llegue al ashram levanta la mano y le pregunta si por favor podía contar una historia de Krishna. Guruji le responde: “¿Una historia de Krishna? Pero son miles, te crees tan inteligente vos, ¿eh?, a ver decime, ¿conoces al menos una historia de Krishna? No seas estúpido (la persona que pregunto estaba perplejo, el resto de la multitud reía a carcajadas y yo lo miraba con un odio, ¿cómo va a tratar así a un pobre chico que lo único que hizo es pedir una historia de Krishna?), después miro bien y el que hizo la pregunta, que le acaban de decir que es un idiota está sonriendo a carcajadas con la multitud. PIENSO: “algo anda mal, cómo no se da cuenta que le están haciendo ¡bullying!, ¿cómo te vas a dejar tratar así?, ¡yo que vos me levanto y me voy!”.
El Satsang continua, Guruji seguía acribillando personas con su Satsang. En un arrebato explicativo “sin controlar” el movimiento eufórico de sus brazos golpea el vaso de agua que tenía al lado y lo tira al suelo, mi mente que se había calmado un poco empieza de nuevo “pero no ves Felipe que este tipo es un ¡chanta! mira, ni siquiera controla sus movimientos, vos crees que te va a enseñar algo de la ¿vida?, trata mal a las personas, adicto al celular, no tiene sentido de estética, mal humor, ¿cómo puede ser que este sea un ¡¿SER ILUMINADO?!.
Más tarde el Satsang termina, no entendí absolutamente nada de lo que quería decir, estoy sentado en el piso temblando de la bronca y el monje “seguridad” del ashram empieza a echar a todos dejando a Guruji solo con su grupo de Swamis (personas cercanas a Guruji encargados de transmitir su mensaje). Por alguna extraña razón decidí no irme y esta persona de seguridad me ignoro, es decir, no me echó, me quede ahí mirándolo pensando “yo vine a ver si Dios existe, no me voy hasta tener una respuesta”, en ese momento mientras lo miro con ceño fruncido Guruji levanta la vista hacia mí , abre bien grande los ojos, parpadea, sonríe y todo mi cuerpo tiembla, de repente ¡lo quiero!, de repente mi ceño fruncido se transforma en una gran sonrisa, de repente desaparece el tiempo, me quedo unos segundos así pensando “¿qué paso?” y mi mente empezó de nuevo a criticarlo, pero fueron unos segundos mágicos.
Él terminó de hablar con las personas que tenía en frente y me mira, me llama con su dedo, sin dudarlo y de un salto en medio segundo estaba a sus pies.
Perdóname Guruji, no conozco el protocolo (le digo, porque no sabía si arrodillarme, darle la mano, o qué) y se ríe.
Guruji: ¿De dónde eres?
F: De Argentina
G: ¿Ah, como está el Papa?
F: Bien, trabajando.
G: Risas
F: No sé porque, pero mi mente te odia (no entiendo porque le dije esto en la primer charla, suelo ser más políticamente correcto cuando tengo una persona que no conozco en frente)
G: Mas risas. ¡Bien! la mente es como un perro con rabia, tienes que tenerla cortita en el rincón, aprender a controlarla.
F: ¿Cómo?
G: Canta el nombre de Dios, OM Namo Narayanaya y vas a poder.
F: ¿Cuántas veces?
G: Todo el día. Y visualiza una imagen de Dios que te sientas afín.
G: Me duele la cabeza, estoy cansado, me voy a cenar. (Hasta el día siguiente no me di cuenta de que estaba reflejando mi propio estado de ánimo, yo estaba hipercansado, tenía hiperdolor de cabeza y estaba muerto de hambre, Él, Guruji, no siente hambre, no tiene dolor de cabeza y no se cansa).
Se levantó, agarro mi cabeza con sus manos y después se fue. Automáticamente me tire al suelo en reverencia, pasaron 5 segundos y mi mente empezó: ¡Qué te pasa Feli! ¡vos no le tienes que hacer reverencia a nadie! ¿quién es este tipo para ser reverenciado? y bla bla bla, la mente empezó de nuevo, ese momento sin tiempo se despertó y se volvieron a mover las manecillas… tic tac.
Me fui por la otra puerta, subí a una colina a mirar el atardecer, me tiré al piso, codos entre las rodillas y me dije como conclusión del día DIOS NO EXISTE.
Dado que había venido por unos días al ashram, era tiempo de pensar si me iba a quedar un tiempo más o me iba a ir, ¿qué haces en esos momentos?, obvio, llame a mi mamá y le dije “me quiero ir, me siento como el orto” y ella y mi viejo me alentaron a hacer un poco más de esfuerzo, a quedarme un poquito más que seguro algo iba a pasar, dije “me quedo una semana más que hay un fuego ceremonial en honor a la Diosa / Madre Lakshmi, y después me voy”. Los días pasaron, Guruji cada vez que me cruzaba me preguntaba “¿Cómo estás?” y yo no podía mentir, me sentía re mal, sin ánimo súper bajoneado, mente hiperactiva, depresivo, trastornado, podría decir, y Él simplemente pasaba y decía “Oh, How are you?” sabiendo exactamente por cada sensación que estaba pasando, pero haciendo de cuenta que no sabía nada, lo loco es que esos momentos del día en los que decía “ya está suficiente, ¡me voy de acá!” algo pasaba y Guruji misteriosamente justo andaba por ahí y me miraba, o sonreía, o me hablaba y esa sensación horrible que había estado invadiendo mi cuerpo se iba, se limpiaba, y empezaba de 0… Y mi mente de nuevo empezaba a trastornarse de a poco, se enroscaba de nuevo hasta un punto de no retorno y ahí, de repente, Guruji justo pasaba y toda la porquería se limpiaba. (Esa porquería era un conjunto de sensaciones de odio, tensión, angustia, miedo, celos, etc.).
Es el día del fuego en honor a Lakshmi, estoy limpiando la calle de acceso al ashram, barriendo y refunfuñando, como siempre y de repente el aire cambia, algo sucedió y me doy vuelta y viene bajando por la calle Guruji con algunas personas, inmediatamente voy de rodillas, me siento culpable porque mi mente sigue juzgándolo, y Él siempre con esa mágica presencia viene y me hace sentir que todo está bien… en este caso se acerca y me pregunta de nuevo “¿cómo estás?” me dijo algo que no anoté pero en ese momento fue súper importante y después me dijo que lo acompañara en el fuego más tarde, que tenía algo para mí, era todo un honor, cuando le comenté a las personas del ashram, una invitación privada de Guruji para acompañarlo en el Yagna no es para cualquiera, así que me empecé a sentir un poco mejor, a la tarde baje al Yagna y me uní al Yagna con todos los residentes (en ese momento tampoco me percate que habiendo estado 2 semanas simplemente ya estaba participando de una actividad con todos los residentes, no era común, pero en ese momento no me llamo la atención).
(Paréntesis: un punto clave acá es que estando tan trastornado desde que llegue al Ashram me olvide de fumar, de tomar alcohol y de comer carne, (venía haciendo esas tres cosas de forma compulsiva durante todo mi viaje por Europa, y quería terminar con eso, estaba asqueado y no podía frenarlo) y de repente durante dos semanas creo que un solo día pensé en el cigarrillo, pero era un deseo tan profundo de dejar esas cosas que tan solo pisar el suelo de este lugar “Shree Peetha Nilaya” (Hogar de la Divina Madre), los deseos puros empiezan a cumplirse).
Me había pasado que cada vez que tenía a Guruji en frente la mente se me ponía en blanco, las mil preguntas que quería hacerle se me borraban de la cabeza, ¡así que empecé a anotarlas y me guardé un papelito con 10 preguntas sabiendo que si me lo encontraba de nuevo no me iba a pasar lo mismo de siempre! Esa noche después del fuego, Guruji vino a servir la cena a los 1000 huéspedes que nos estaban visitando. Yo lo miraba de lejos y de repente uno de los monjes me llama y me dice “¡Ven rápido! Guruji quiere hablar con vos”… Mientras espero antes del despacho de Guruji se me acerca una chica de Suiza a charlar (reservo la historia con esta chica para la parte II) y Guruji viene, me mete adentro y me pregunta: “¿Es tu novia?”. Jajaja me empiezo a reír. Como en 2 segundos se dio cuenta que algo pasaba.
Guruji me dice: ¿Entonces, decime, tienes unas preguntas para hacerme?, tímidamente metí la mano en el bolsillo, saqué mi papelito arrugado con mis 10 preguntas existenciales y le pregunté: “Sí, ¿cómo sabías?”. Él se rió, con toda la paciencia del mundo intento explicarme el sentido mismo de la vida, no quería que terminara nunca ese momento, tener a un ser así en frente les juro que todo se detiene, nada más importa, no hay preocupación o huracán que permita que esa conexión se perturbe, TODO el mundo exterior desaparece.
Me dijo que abriera la mano, hizo unas vueltas con su mano y apareció un anillo color rojo brillante es su palma, mi mente se asustó, eso no es de este mundo, no es posible, no es posible, pero bienvenido, anillo nuevo (mi hermano en Argentina me decía: “Sácate ese anillo boludo, pareces un gánster!…”).
La entrevista había terminado, antes de echarme del despacho, Guruji como al pasar me dijo “¿A vos te gusta viajar no?” (¿Cómo sabe?), le digo “Sí”, estuve viajando casi 2 años.
Guruji: “Bueno, deberías saber que viajar te saca mucha más energía de la que crees que te aporta, deberías considerar dejar de viajar, de todas formas, ¿qué estás buscando?”. Esas palabras se me quedaron tatuadas, en esa simpleza de “comentario al pasar”, Guruji me sacó de la mochila una piedra de 20 kg, o, mejor dicho, me sacó la mochila de mochilero completa… lágrimas, paz, de repente me sentía liviano. Cómo puede ser que este “tipo” con un solo comentario saca a flote una verdad que mi alma estaba gritándome y el ensordecedor ruido de mi mente no me dejaba escuchar.
Lo miré a los ojos perdiéndome en su profundidad y me dijo: “Yo veo las cosas que tu mente te esconde”, asentí y dejé el despacho… Todo tenía sentido en este lapso donde la mente estaba en stop.
Esto fue hace 1 año y 3 meses atrás… a partir de ahí las experiencias de divinidad solo empezaron a aumentar la intensidad. Guruji es un “trabajador” incansable para demostrarnos que nuestra mente, miente. Me sigue repitiendo hoy hasta el cansancio “Aditya, TRASCEND YOUR MIND!” (Aditya, transciende tu mente).
Aditya – Felipe Brambati, 12 de noviembre 2018
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