Mi historia con Guruji es muy muy loca, siempre digo que ni al mejor guionista de ciencia ficción se le habría ocurrido la manera en que Él me vino a buscar aun estando el océano por medio. Todo comenzó en el 2013, cuando el dolor emocional ya no daba tregua, 23 años de no lograr encontrar nada que me llenara, no podía disfrutar como los demás de experiencias que debían ser felices, iba a todos lados pero un gran vacío siempre estaba ahí, para mí no tenía ningún sentido ni siquiera levantarme en la mañana y era muy difícil sostener el día a día sin razón, la vida carecía de valor y era un peso, nada de todo lo que conocía era realmente importante para mí.
Ahí el mundo espiritual se abrió como una posibilidad para poder desprenderme de esa tristeza que siempre iba conmigo. El Amor incondicional apareció en mi vida a través del Reiki y un gran cambio interno comenzó.
Siempre me había sentido en búsqueda, atraída por el deseo de descubrir el sentido de la vida y demás, pero no tenía más conocimiento que mis estudios autodidactas sobre astrología. Poco después adentrándome en este mundo sutil, y con el deseo de hacer mi vida más armónica compraba algunos cds de mantras, esencias, etc.
Un día salí a buscar un aceite de rosas y jazmín a mi lugar de siempre, y me avisan que no había más… Pero la chica me dice que espere. Cuando vuelve, me indica que en un local a quince cuadras había, por si quería ir a buscarlo. Curiosamente decidí ir. Cuando llego, en el subsuelo del lugar, una gran biblioteca esotérica tenía libros de pared a pared, bajo y me quedo mirando un libro: “Autobiografía de un Yogui” de Paramahansa Yogananda. No tenía idea de que era un yogui, ni había visto jamás la cara de ese autor. Dudé mucho, pero, aún así, me lo traje.
Misterios sí los hay, descubrí que el alma nos impulsa más allá de nuestra mente.
Comencé a leer el libro y cada palabra tocaba profundamente mi corazón. Este hombre decía que nacemos para encontrar el Amor incondicional que habita en nosotros y que libera de todo apego y sufrimiento nuestra mente, y en mi historia donde el dolor era compañero constante, eso me llenaba de entusiasmo. Explicaba que el Amor mismo es la fuente, el camino y la meta y que ese Amor cuando estamos listos, aparece en la forma de un Maestro que lo encarna perfectamente. ¡Sabía con plena certeza que eso era verdad! Y además, Yogananda repetía con seguridad, que cada alma está guiada por su Maestro y que este Maestro en cada encarnación, vuelve a buscar a sus discípulos. Yogananda fue uno de esos Maestros que están en unidad completa con lo divino y guían a los que aún estamos acá, en este plano.
Rememorando que el libro ‘me llamó’ de forma irracional e irresistible, sentí que este Maestro, me había venido a buscar.
El Maestro hablaba de una práctica que era la autopista para alcanzar la meta espiritual, Kriya Yoga. Me puse a averiguar qué era, dónde conseguirlo, mi objetivo era dejar de sentir tanto vacío y dolor emocional. Las lecciones con los ejercicios comenzaron a llegar a casa por correo, pero eran inaplicables para mí, llevaban mucho tiempo y mi malestar interno dificultaba bastante que me sintiera capaz de hacerlo, no sentía fuerza, ni voluntad y lo que intentaba no llegaba a disfrutarlo. Aun así, la imagen del maestro jamás se fue de mi mente.
Pasaron cosas muy extrañas en los meses siguientes, experiencias de intuición que nunca había tenido, todo era más vívido, pero en el afuera, mi vida entera se derrumbó, mi trabajo de aquel entonces que había sido estable y ameno se complicó, hasta que decidí renunciar, era intolerable. En aquellos tiempos, había sentido un profundo amor por alguien que en ese momento cambió y empezó a tratarme como a una desconocida, una frialdad, un desprecio, que no daba crédito a que pudiera pasar, los inestables sentimientos humanos, que cambian según el juicio y la emoción, aparecieron ahí trayendo una decepción aterradora… pero en mí no fue así, ese amor era tan hondo, que al perderlo sentí que me iba a morir, todo el dolor del que pensé que podía escaparme apareció con una fuerza impresionante. La situación era muy difícil pero gracias a ese sentimiento tan puro comencé a corregir todo lo que me impedía aceptar, perdonar, dejar ir… el enojo, los juicios, lo que yo quería, esperaba, todo quedaba de lado, por más que doliera lo que pasaba, no podía hacerle daño a quien amaba… el quiebre de mi ego había llegado y doy gracias porque descubrí que había una fuerza muy extraña y poderosa detrás de ese sentir y al apelar a ese amor, y gradualmente se fue liberando cada atadura emocional.
En este contexto, a cinco meses de que llegará el libro a mi vida, desecha, busqué a mi maestra de Reiki. Durante una sesión, a través de ella, como un holograma, apareció Yogananda; se veía nítido sobre mi maestra, y dijo: “Llego la hora de que te pongas al servicio”. No tenía ni idea que era servicio. Durante 24 años había estado solo intentando sentirme bien en vano, nada daba resultado, así que había una gran brecha entre los demás y yo. Sin embargo, que se me apareciera el Maestro del libro me daba la pauta de que algo importante estaba pasando.
A todo esto, tenía pasajes para ir a cumplir años a Europa (soy astróloga y venía practicando una técnica para cambiar la influencia planetaria) pero no estaba bien de dinero como para asumir los gastos del viaje. Además, sumergida en el estado de depresión, me importaba bastante poco perder los pasajes, pero en ese tiempo un amigo de mis tíos (desconocido para mi) aparece en una reunión, y me ofrece la posibilidad de prestarme un dinero para que pueda viajar. Con el apoyo de mi familia de por medio, acepté.
Me metí en la página de viajeros de intercambio de casa (buscando ahorrar lo más posible), tampoco me importaba mucho que sería de mí. Cuando entro a dicho sitio, sale en el inicio un cartel que decía: “Kriya Yoga por primera vez en Argentina” y el corazón saltó a mil revoluciones.
Notaba cómo un entramado de pequeños actos me ponía de cara otra vez a este Maestro, le grite a mi amiga: “Romi, este maestro me está persiguiendo” y me puse en contacto con el que había hecho la publicación.
Había otras actividades también y me dispuse a ir a conocerle. Cuando llego había una foto de Mahavatar Babaji (que estaba en el libro) y Guruji. Cuando vi a Babaji, me quedé tranquila, estaba en el lugar correcto. Al terminar el OM Chanting le dije al profesor que impartía las actividades que yo quería recibir los kriyas, pero que estaba recibiendo los de Yogananda y que quería seguir con él (por esto de que me estaba buscando) y en ese momento Mahesh, (el profesor que había viajado y estaba dando actividades acá en Argentina), señala la foto de Guriji y me dice: “Él es la reencarnación de Yogananda” y ahí el corazón, el tiempo, todo se detuvo, realmente me estaba buscando y se ocupó de llevarme a Él en esta nueva encarnación.
A partir de ahí, traté de aprender con Mahesh lo más que pude, y ofrecí mi casa para hacer algunas actividades. Un día en que el malestar escaló, rompí en llanto y le decía a Mahesh que yo no quería estar acá (viva) que no me importaba nada de este mundo, y él me preguntó: “¿Y qué es lo que querés?”, y en un arranque inconsciente, respondí: “¡Que me vengan a buscar!”. “¿Quién?” replicó Mahesh, “Mis Maestros” respondí entre llanto. Y él me dice, “¿pero vos no te vas a Europa la semana que viene?”, “sí” respondí, “¿y porque no lo vas a conocer si Él vive en Alemania?”, y yo, que jamás se me había cruzado la posibilidad de estar con un Maestro así, compré un vuelo interno y allá fui.
Cuando estuve de frente a Él por primera vez, supe que si no se hubiese roto toda mi supuesta realidad, jamás habría llegado a Él, supe que todo eso que sentía como la muerte era en realidad un nuevo comienzo, más consciente del amor, de aprender a amar la vida tal y como es, de aprender a amarnos y dar amor. Es la clave de todo, sin amor, nada funciona, sin amor todo lo que hacemos trae dolor.
Si las cosas hubieran sido como quería, jamás habría buscado ni encontrado tantos tesoros, y a Él, que es el tesoro más grande del universo. El Amor incondicional mismo.
Esta historia es apenas el comienzo de una aventura que arrancó hace cinco años, que comenzó al desembarcar Bhakti Marga en Argentina, Me llevó a convertirme en profesora de la sadhana y ofrecer las prácticas acá y en países vecinos también. Hoy somos una comunidad creciente, tuvimos la bendición de tener a Guruji con nosotros y seguimos llevando su amor y enseñanzas a quien lo necesite.
Solo puedo decir a quien sea que lea esto, que confié en el plan de su vida, que escuche el corazón y siga las señales. De todo lo demás, se ocupa Él.
Eterno agradecimiento a mi amado Satgurú, que me enseña cada día cómo vivir y ser mejor instrumento de su amor. ¡Jai Gurudev!
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