Jai Gurudev, mi nombre es Arsenio y nací en Venezuela, pero actualmente vivo en buenos aires. En mi país al igual que en la mayoría de Latinoamérica predomina el catolicismo, por lo tanto mi infancia y relación con Dios era a través de la iglesia católica, nunca había oído nada del hinduismo, en mi mente al oír la palabra hindú se me venía la imagen de Apu (el personaje de los Simpson), así que todo este tema era un tanto ajeno para mí.
A los 24 años, el día 10 de octubre del 2014 estaba saliendo de caracas para buenos aires, con una maleta llena de ilusiones y muchas expectativas. Al venir a buenos aires, y empezar a vivir y a valerme por mi mismo, después de haber dejado atrás una vida cómoda, con familia, buenos amigos y costumbres muy establecidas llegar y encontrarme con una realidad completamente distinta de la noche a la mañana, se sintió como una patada en la cara, todo en mi vida había cambiado, desde la extraña manera de desayunar en argentina, palabras nuevas, estaciones climáticas, frio extremo o calor asfixiante, tener que preocuparme por cuentas a pagar, dinero, gastos, deudas, adaptarme a un nuevo estilo de vida, me sentía abrumado, sentía que en vez de vivir estaba sobreviviendo, no quería devolverme a Venezuela porque eso lo hubiera sentido como un fracaso.
Así que un día conversando con una amiga del trabajo, me recomendó que me hiciera una carta astral con una muy buena amiga de ella (Tulsidasi). Como a mí me gustaban todos estos temas y no era la primera vez que me hacia una carta astral decidí ponerme en contacto con Tulsidasi, pautamos un día para encontrarnos y así fue. Aunque no recuerdo qué fue lo que me dijo respecto a la carta astral y ese tema, me quedé con la idea de un libro que ella me había recomendado titulado “Autobiografía de un yogui”.
Para ese entonces no era una persona de leer mucho y menos textos largos, porque me aburría muy rápido, además pensaba en que si el libro era muy costoso no lo iba a comprar. Creo que este era el principal tema para resistirme a comprar el libro, sin embargo un día fui a la librería del centro comercial donde trabajaba, a averiguar y ver este libro, y efectivamente cuando vi el precio del libro decidí no comprarlo, pero justo en ese momento se acerca el vendedor de la librería y de la nada me ofrece su descuento personal (era del 50%), así que obvio, sí lo compré. No tengo palabras para explicar la emoción que sentí cuando leí este libro, cada palabra la sentía como propia, cada cosa que explicaba resonaba en mi cabeza, lo sentía muy real, muy auténtico, muy humano, sentí que Dios entonces era alcanzable y que no solo eran textos antiguos que se leían en las iglesias, sino comencé a verlo como una experiencia a ser vivida.
Mientras más leía, mi frustración iba disminuyendo, empecé a sentirme mejor y quería saber más, así que mi contacto con Tulsidasi no se perdió. Ella me había hablado de este maestro Paramahamsa Vishwananda y estaba esperando a que fuera iniciada para dar Atma Kriya Yoga en este país.
Al saber de este maestro empecé de a poco a verle en mi mente, a imaginarlo, a pensarlo, a entablar conversaciones con Él, me parecía muy raro porque ni le conocía o le seguía, fui varias veces a la librería a simplemente a buscar más libros en la sección de cultura oriental o esoterismo, y me ocurría que abría la página de un libro y veía ‘casualmente’ una oración en donde citaban a Paramahansa Yogananda, entre el 2015 y 2016 transcurrió así, entre mis ganas de saber más y esperar a que Tulsidasi pudiera impartirme Atma Kriya Yoga.
En el 2016 Tulsidasi y yo por fin pudimos arreglar para ser iniciado en la técnica del Atma Kriya Yoga. Este mismo año mi madre había venido a visitarme, la extrañaba un montón así que estos días fueron muy felices para mí, la fecha en la que habíamos pautado la iniciación en Atma Kriya Yoga eran los primeros días de octubre, pero al acercarse el día propuesto, Tulsidasi pospone la fecha, por circunstancias ajenas a nosotros ese día no se podía, así que sin saberlo me había movido la fecha de la iniciación para el mismo día en que mi madre retornaba a Venezuela.
Llegó el día de la iniciación, temprano en la mañana había acompañado y despedido a mi madre en el aeropuerto, y en la tarde ya estaba con Tulsidasi y otra amiga, para iniciarnos juntos. Pensé que la iniciación sería un acto de formalismo o algo por el estilo, pero no fue así. En un instante de silencio mi mente dejo de divagar, fue como si el tiempo se detuviera, y empezara a proyectarse una película, y allí estaba Guruji vestido de blanco recibiéndome con los brazos abiertos en un paisaje increíblemente hermoso, me abraza y me dice: “Recuerdas, hoy hace dos años llegaste a la Argentina”, (casualmente la fecha de iniciación pospuesta fue para el 10 de octubre de 2016, y yo me había venido un 10 de octubre pero de 2014); seguido de esto me dice: “Ves todo esto, todo esto es Dios. Tranquilo, todo va estar bien” y me abraza.
En el momento en el que escuche el “todo va estar bien” no pude contener las lágrimas y mi cuerpo empezó a temblar, por suerte Tulsidasi y nuestra otra amiga estaban allí para contenerme. Después de este día empecé a sentirle con mayor fuerza, sentía que lo veía en todos lados, era como si me acompañara y su imagen se me venía a la mente en todo momento, al mes siguiente de ese mismo año viaje a Bariloche y estando allí caminando ‘casualmente’ veo una tienda cuyo nombre era ANANDA; después de esto fui a un miniabasto y en la esquina superior derecha bien escondida había una foto de Sai Baba (tampoco sabía muy bien quien era), así que me empecé a sentir de algún modo perseguido.
Para mayo del 2017 decidí pasar mi cumpleaños en el Calafate, al sur de la Argentina. Un día caminando por el pueblo veo otra tienda que se llama ‘casualmente’ ANANDA.

A los dos días de esto decido hacer una excursión, discuto con mi pareja y sigo caminando solo por un sendero y me encuentro con este paisaje.

Al llegar de vuelta a Buenos Aires seguía pensando en Guruji, sentía que me volvía un poco loco, “¿cómo puedo pensar en alguien a quien no conozco y no me conoce?”. Como sentía que no tenía a quién acudir decidí escribirle a una Swamini por Facebook que ni conocía pero sentí las ganas de escribirle, a ver si podía ayudarme a despejar mi mente y aclarar algunas dudas.
Esto sucedió el 2 de junio del 2017. A pesar de que no obtuve respuesta por parte de ella, esa noche tuve un sueño con Guruji, donde de repente estaba en una isla muy tropical, húmeda y había mucha vegetación, en el sueño empecé a ver a muchas personas con el tilak así que me dije a mí mismo que allá debía estar Guruji y comencé a preguntar en dónde estaba el Maestro. Uno de ellos me señala una casa (en el sueño estaba desesperado por verle), a lo que entro a la casa escucho que Guruji grita mi nombre y cuando le encuentro lo veo de pie en el medio de una habitación vestido de blanco, en este momento me desperté, pero me desperté con el nombre de MAUI en la boca, no sabía que era, así que se me dio por investigar en donde estaba Guruji ese día, y ‘casualmente’ se encontraba en una isla llamada MAUI, en Hawai. Así que nuevamente no tuve dudas respecto a la veracidad de aquel sueño.
Para el 2019 por primera vez vendría Guruji a la Argentina así que tenía muchas expectativas y ganas de conocerle, uno de los sevas a los cuales me comprometí fue en buscar las bolsitas donde se daría la cúrcuma y las bolsas donde se meterían los zapatos de las personas en el evento, además de esto me comprometí a realizar tortas, y cupcakes para vender el día del evento, obviamente los postres tenían que ser veganos.
No sé porque me comprometí con este seva porque ni sabía hacer tortas, ni era vegano ni vegetariano. Respecto a la idea de ser vegetariano ya era algo que nuevamente se me había ido despertando pero hasta esa fecha aún no había tomado la decisión, así que haciendo todo esto me sentía un poco hipócrita porque me había comprometido con un seva relacionado con un aspecto de mi vida con el cual estaba lidiando aún, sin embargo a pesar de todos estos pensamientos, seguí adelante.
Un día, averiguando costos de las bolsas, tuve que tomar el subterráneo varias veces, porque las bolsitas debían ser de tal tamaño y medida, así que después de haber ido me tuve que devolver al sitio donde las vendían por razones que no recuerdo, pero lo que sí recuerdo es que ese día me sentí cansado de tomar el subte tantas veces y más en horas pico, y más aún en mi día libre.
Así que en ese momento camine hasta el fondo de la estación para tomar el último vagón del subte a ver si de casualidad iba con menos gente (obviamente no fue así), para mi sorpresa a lo que subo al subte noto que hay una foto pegada en una de las paredes del vagón, a lo que detallo la foto, era una imagen de Mahavatar Babaji.
No me atreví a tomar una mejor foto, había mucha gente.
Fue muy raro encontrar una foto de Babaji pegada en un vagón de un subte de buenos aires.
Finalmente el primero de junio conocí a Guruji, pensé que iba a sentir algo, algún tipo de emoción, pero nada de esto ocurrió. Sin embargo al momento del darshan, lo sentí muy cercano, como si me estuviera reencontrando con un muy viejo amigo, y por eso me atreví a preguntarle si ya nos habíamos conocido y con una sonrisa cálida me responde que sí. Después le pregunto si era mi satguru, y me pregunta que, qué sentía yo, a lo cual respondí que creía que sí pero que no estaba seguro, así que él nuevamente con una sonrisota me responde que sí, que era mi satguru. Seguido de esto empezamos a hablar de cosas «cotidianas», de dónde era y a qué me dedicaba, y después de una pequeña conversación lo último que me dijo fue: “Deberías conectar más, ve y habla con Swami Revatikaanta”, y así hice.
Desde ese día primero de junio no volví a comer carnes, me volví vegetariano, no pude volver a comer ningún tipo de carne, de un día para otro las dejé y realmente no siento ninguna ansiedad. A la segunda semana de haber conocido a Guruji mi relación de 7 años se estaba terminando, lo sentí como un divorcio, pero sin el caos ni el drama ni muchas lágrimas. Anteriormente ya había intentado salir de esta relación pero sin éxito, porque estaba tan apegado que cada vez que terminábamos me daban ataques de pánico. Esta vez fue distinto, la relación terminó en muy buenos términos, sin odios, sin rencores, sin ataques de pánico. Cada vez que intentaba llorar se me venía a la mente Guruji repitiéndome: “Todo va estar bien”. Realmente lo sentí muy presente esas semanas, porque me dio la fortaleza de finalmente poder superar una situación y desapegarme desde una posición amorosa.
Hoy por hoy, aún mi mente tiene dudas y miedos, ojala la voz del corazón sonara más fuerte y distinta a la de la mente; así podría diferenciarlas. Espero seguir en este camino de aprendizaje y crecimiento,que el anhelo de mi corazón grite más fuerte que los miedos de mi mente y finalmente logre conectar con Dios. Jai Gurudev.
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